Desde FOPEA vemos con preocupación la situación que enfrentan las y los colegas rosarinos. Nos solidarizamos con ellos y les brindamos nuestro acompañamiento.
El Foro de Periodismo Argentino vemos con preocupación que Rosario nuevamente es paralizada por las amenazas y ataques del crimen organizado contra toda la ciudadanía, pero en particular contra los periodistas. Como ya hemos dicho, la escalada violenta pone en riesgo la integridad física y psíquica de nuestros colegas, amenaza la libertad de prensa y de expresión y atenta contra el ejercicio del periodismo y el derecho a la información de la población.
En este contexto de alta volatilidad, los periodistas que reflejan estas historias están en constante amenaza.
Los periodistas denuncian graves falencias a la hora de brindar garantías para el ejercicio de la profesión y de seguridad para la población en general. Además, respecto del avance de las bandas narco sobre el espacio público, es sabido que esto no sería posible sin la complicidad de elementos de la política, las fuerzas de seguridad y la Justicia.
La depuración del Estado de quienes lo corrompen desde adentro como también la investigación de la huella financiera que deja el dinero sucio son medidas vitales para impedir un mayor avance del narcotráfico. En esa tarea, el rol del periodismo profesional se vuelve imprescindible.
Desde FOPEA vemos con extrema preocupación la situación que enfrentan los colegas rosarinos. Nos solidarizamos con ellos y les brindamos nuestro acompañamiento, al tiempo que instamos a las autoridades de la Provincia de Santa Fe y de la Municipalidad de Rosario a que extremen las medidas para proteger a los periodistas.
Asimismo, pedimos a todo aquel que tenga cualquier grado de responsabilidad a la hora de emitir una noticia, que el afán de obtener una primicia no lo convierta en un elemento funcional al crimen organizado.
Las fotos de las notas con amenazas que dejan los narcos no agregan información a la población y pueden en cambio ser mensajes que los delincuentes quieren hacer llegar más allá de su espacio cercano, a aliados, funcionarios o bandas rivales. No contribuyamos a su difusión desde los medios periodísticos ni las redes sociales.
En igual sentido, la reproducción de imágenes de asesinatos, como las que se vieron últimamente en todos los medios, no agrega valor informativo y solo genera morbo. Además, jerarquiza al delincuente en los círculos del crimen y puede llevar a un peligroso efecto imitación. Recordemos también que muchas veces el horario en el que se producen los ataques está relacionado con la especulación sobre su repercusión mediática.
Tener en cuenta estas cuestiones para no amplificar el terror que buscan imponer los narcos es lo mínimo que se puede hacer en solidaridad con los colegas en la primera línea de riesgo.
El maestro Javier Darío Restrepo, refiriéndose a la violencia narcoterrorista en Colombia y México, solía decir que el gran objetivo que tienen estos grupos es inhibir a la sociedad a través del miedo. Por eso, “la voz de un delincuente cuando amenaza, no debe tener eco en los medios de comunicación”.