En estos días en que el discurso público, tanto en la ciudad de Buenos Aires como en varias provincias, ha aumentado su nivel de polarización y hostilidad, consideramos oportuno recordar a todos los periodistas que el insulto degrada su ejercicio de la profesión.
Periodismo es información y opinión, no agravios. La convivencia democrática y el buen periodismo exigen sacar del discurso público las conductas agresivas y agraviantes.
Las convicciones de un periodista profesional se expresan con información sólida y con opiniones bien fundadas, y no con la búsqueda de impacto a través de actitudes como estas. Que existan declaraciones y actitudes que puedan ser ofensivas para los periodistas no nos tiene que hacer perder nuestro objetivo principal, que es informar y opinar con rigor y sin agravios ni descalificaciones.
Si nosotros nos convertimos en generadores de esas expresiones agresivas, perdemos nuestra posibilidad de servir con eficacia a la comunidad.