La irrupción de WikiLeaks en el escenario internacional, la contradictoria relación de la creación del australiano Julian Assange con los medios tradicionales y los nuevos formatos digitales y sus efectos en la profesión periodística fueron los disparadores de la charla-debate organizada por Fopea el pasado martes 24 de mayo en la Universidad de Palermo. La mesa estuvo compuesta por Hugo Alconada Mon, prosecretario de redacción de La Nación, Soledad Gallego Díaz, corresponsal del diario español El País en la Argentina, y Carlos Gabetta, ex director de Le Monde Diplomatique, con la moderación y comentarios a cargo de Juan Buchet, corresponsal de Radio Francia Internacional y La Tribune.
“WikiLeaks ha venido a cuestionar la forma de trabajar de los periodistas”, fue la definición de Buchet que disparó el debate y planteó de entrada el impacto real que generó la publicación de los centenares de miles cables secretos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, poniendo de relieve que gracias a WikiLeaks los periodistas tuvieron acceso a “documentos que no tenían, a los que no accedían o que no buscaban”. Invitó igualmente a reflexionar sobre el estatuto de ese tipo de información, apoyándose en los dichos de un periodista francés que consideraba que “la verdadera información es información robada”, y en el hecho de que esa información no venía de parte de periodistas, preguntando si eso significaba “una muerte del periodismo” o al contrario reafirmaba la importancia del periodista como mediador entre la información bruta y el público.
Hugo Alconada Mon fue el periodista encargado de contactar a la organización WikiLeaks para el diario La Nación. “Cuando nosotros recibimos los cables, varios medios ya habían publicado información sobre América Latina y Argentina, entre ellos El País y Página 12, que nos ganaron de mano”, contó. Y explicó la complejidad de trabajar con la información provista por WikiLeaks: “Todos los cables estaban pegados en un archivo de Word, en Times New Roman 12, un total de 8.000 páginas, unas 16 resmas de 500 hojas”.
El periodista de La Nación explicó que no sufrió “ninguna clase de censura” por parte de su medio, cuyos directivos, dijo, se enteraban de los contenidos a medida que se iban publicando. De la misma manera, Soledad Gallego Díaz comentó como el director de El País, de España, convocó a un grupo de periodistas, entre ellos los corresponsales más experimentados en cada continente, para que se dividieran en grupos y comenzar a analizar los cables. Un grupo se encargó de la información sobre España, y el otro grupo comenzó a trabajar con los cables sobre las diferentes regiones del mundo.Alconada Mon también se refirió a cómo seleccionar los temas a publicar, e impuso como criterio evitar los comentarios privados y banales y publicar solo lo relevante. “El mismo Assange se dio cuenta que no se puede publicar todo en cualquier momento y lugar, y aceptó que los nombres de fuentes que podían correr peligro al ser identificados fueran ocultados”, afirmó, con lo cual, dijo Juan Buchet, es interesante que “si WikiLeaks impactó en el periodismo, también impactó el periodismo en Julian Assange”. En ese sentido, Gallego Díaz, afirmó que “El País publicó información sobre América Latina que nos pareció relevante”. Y, conforme a lo acordado con Assange “no se publicaron los nombres de aquellas personas que podían correr peligro por aparecer públicamente en los informes”.El debate luego derivó hacia la duda de si WikiLeaks era periodismo o no. Soledad Gallego Diaz aclaró: “WikiLeaks por sí mismo no es periodismo. Facilita material. Es una fuente extraordinaria para el periodismo”. En la misma línea, Alconada Mon afirmó que, para él, al igual que el director de The New York Times, WikiLeaks es una fuente.
A su turno, y habiendo observado el fenómeno de WikiLeaks como un analista experimentado en temas internacionales, Carlos Gabetta se refirió a la función del periodista en el nuevo escenario post-Assange. “No cabe duda que el profesional de los medios tiene como objetivo intermediar entre el hecho y la masa de lectores con conocimiento y abordaje profesional. Sin embargo, no hay que olvidar que la información periodística debe ser verdadera, verificable y de interés público”, dijo. Gabetta hizo hincapié en la importancia de las nuevas tecnologías en materia de comunicación, lo que Buchet confirmó tomando como ejemplo el papel de los redes sociales en las recientes revoluciones árabes. Y Gabetta agregó: “La diferencia de WikiLeaks con Watergate es que ahora a los periodistas se les escapa rápidamente la información”. Por otro lado, Carlos Gabetta afirmó: “Público y periodistas estamos sujetos a la manipulación. Entonces debemos preguntarnos quién es Assange, si realmente publicó todos los cables que tiene y muchos aspectos más que no se saben”.
Por último, el tema del acceso a los documentos fue comentado por la corresponsal de el País: “Una buena parte del material que se publicó, podría haberlo sido público desde antes”. “Cada vez más se considera confidencial a la información que no lo es. De todos los papeles del Pentágono, ninguno afectó a la seguridad de ningún estado. Cuando se filtró la muerte del periodista de Reuters por partes de soldados desde un helicóptero, Reuters se había cansado de pedir esa información al Pentágono y no se la habían dado”.
Ante una pregunta del público, los panelistas admitieron que, finalmente, los cables de WikiLeaks dejaron de ser relevantes para el público: “Después de un momento, los lectores se cansan del tema. Pero eso tiene que ver con el ciclo de la noticia”, explicó Alconada Mon. Por su parte, Gallego Díaz admitió que hubo cierta sobreinformación con los cables de WikiLeaks y que ahora el desafío es ver qué se hace con todo lo que aún no fue publicado.
La charla está online enhttp://www.ustream.tv/recorded/14929280#utm_campaign=synclickback&source=http://storify.com/fopea/el-impacto-de-wikileaks-en-el-periodismo/preview&medium=14929280