El periodismo argentino sufre nuevamente la pérdida de un gran cronista, quien padeció durante años una absurda persecución judicial en represalia por una brillante investigación.
Eduardo Kimel, autor del libro La Masacre de San Patricio, falleció el miércoles 10 de febrero a los 57 años, pocos meses después de que su lucha redundara en un trascendente beneficio para la democracia y el ejercicio profesional, como fue la derogación de las sanciones penales por los delitos de calumnias e injurias dispuesta el año pasado por el Congreso de la Nación, a partir de un proyecto del Poder Ejecutivo
La Masacre de San Patricio plasmó una investigación sobre la matanza, en 1976, de cinco religiosos de la congregación católica palotina que se atrevieron a denunciar los crímenes de la dictadura. Entre otros aspectos, Kimel abordó la evidente negación de justicia que impidió, durante años, el esclarecimiento del hecho. Por esto último, Kimel fue llevado a Tribunales, y recibió una insólita condena en su contra que fue ratificada en diversas instancias. La sentencia implicó un año de prisión en suspenso y la indemnización por u$s 20.000 al juez Guillermo Rivarola.
A raíz de ello, con el patrocinio del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el periodista acudió en 2007 a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que falló al año siguiente en contra del Estado argentino. El gobierno nacional acordó ante este tribunal internacional la derogación de los delitos de calumnias e injurias, lo que fue llevado a cabo en 2009.
Al participar en la primera reunión de corresponsales del Programa de Monitoreo de la libertad de expresión de todo el país, que organizó Fopea en agosto de 2009 en Buenos Aires, Kimel hizo un valioso aporte ante los colegas presentes al explayarse sobre el sistema interamericano de libertad de expresión. En su exposición contó con gran precisión e información su propia experiencia, ya que la condena que había recibido en el país se convirtió en un leading case, al llegar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sin el tesón de Kimel y su convencimiento de las implicancias para la profesión de esa injusta condena, más allá de las complicaciones personales que le trajo, hoy, probablemente seguirían existiendo estas figuras penales coercitivas del trabajo periodístico.
“Es una enorme tristeza que tenemos hoy aquellos que conocimos de cerca sus ideales, su pasión, su visión de nuestra profesión… y la alegría profunda por el fallo judicial favorable por el cual luchó (y sufrió) unos 17 largos años. Polemista de raza, Eduardo fue un huracán que revoluciónó nuestra redacción, con sus opiniones y también su ternura. Lo bueno es que dejó una huella en el periodismo argentino y nos abrió a todos una puerta”, declaró uno de sus colegas en la agencia DPA, Marcelo Androetto, donde trabajaba Kimel al momento de su fallecimiento.
El Foro de Periodismo Argentino expresa su pesar y solidaridad con la familia y allegados de Kimel, cuya lucha legó una conquista fundamental para el ejercicio profesional.