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Fopea lamenta el fallecimiento de Julia “Chiquita” Constenla

El Foro de Periodismo Argentina (FOPEA) lamenta el fallecimiento de la reconocida periodista y escritora tucumana Julia “Chiquita” Constenla, cuyo deceso fue conocido hoy en la ciudad de Buenos Aires. El compromiso de “Chiquita”, en sus 83 años de vida, con las instituciones y los valores democráticos y con los principios éticos del periodismo hacen que su partida sea una sensible pérdida para la profesión y para nuestra asociación profesional de periodistas, que la nombró socia honoraria el pasado 7 de junio.

14 de septiembre de 2011

Constenla se había iniciado como periodista en las revistas Chicas de Divito y Damas y Damitas, luego trabajó en las revistas Gente y Mundo Argentino, en los años 60 dirigió la revista “Che”, fue editora de la revista Crisis y de Cuadernos del Tercer Mundo, y en el retorno a la democracia fue nombrada interventora en Radio Belgrano. Dirigió la editorial Tiempo de Ideas, la colección Crónicas (editorial Jorge Álvarez) y los Cuadernos de Crisis. Estuvo a cargo dela Oficina de Información para la Mujer (OIM) de Unesco, y participó en diversos encuentros internacionales sobre comunicación. Como escritora, entre otros trabajos, realizó biografías sobre Ernesto Sábato, sobre la madre de Ernesto “Che” Guevara, sobre la ex presidenta chilena Michelle Bachelet y sobre el fallecido ex presidente argentino Raúl Alfonsín.

Constenla era viuda del periodista Pablo Giussani, autor del libro “Montoneros, la soberbia armada”, con quien se había exiliado en Roma durante la última dictadura militar.

FOPEA le hace llegar su pesar a la familia y a los amigos y colegas de “Chiquita” por la pérdida de esta destacada colega.

A modo de homenaje, reiteramos las palabras preparadas especialmente por el periodista Carlos Ulanovsky, cuando FOPEA le realizó un homenaje a “Chiquita” el pasado 7 de junio de 2011, en el día del periodista.

“Gracias a Fopea por la posibilidad de permitirme participar del reconocimiento, a una gran representante de nuestro querido oficio periodístico y que justamente esto suceda en nuestro día. Voy a mencionar unas pocas pero más que suficientes razones para que se entienda por qué Julia Josefina “Chiquita” Constenla es merecedora de esta distinción, en su condición de mujer de éste y otros muchos variados tiempos.

A saber:

1) Con un singular sentido de la ubicuidad podríamos afirmar que Chiquita estuvo en los lugares que había que ocupar en los momentos justos. Y podríamos afirmar exactamente lo contrario, porque el haber estado en algunos de esos lugares le generó una cantidad de sobresaltos que bien se podría haber ahorrado. En ninguno de ambos casos le fue mal, de hecho lo viene haciendo desde los años 40, siempre quilombera, nunca tranqui, en Tucumán, Buenos Aires, Francia, Italia, Estados Unidos, Buenos Aires, el mundo. Fíjense solo en algunas estaciones de su largo y rico viaje: la revista Chicas de Divito, Tarea Universitaria, Damas y Damitas, la inolvidable revista Ché, la editorial de Jorge Alvarez, Buenas tardes mucho gusto, la revista Gente, la revista Crisis, los Cuadernos del Tercer Mundo, exilio ítalonorteamericano, dirección de Radio Belgrano, asesorías, editorial Tiempo de Ideas, libros por doquier, proyectos y más proyectos.

Claro, sin frenar nunca la esmerada atención de su estandarte afectivo, familiar y amistoso. Crió cuatro hijos, le enseña a sus nietos, plantó árboles de dignidad, escribió muchos libros.

2) Constel, Consteleishon, Julita, la Constela, la inefable Chiquita ha sido en los últimos años figura emblemática de la democracia recuperada. Es la biógrafa del Ché Guevara y de su madre Celia. Hizo hablar a monseñor Laguna así como siguió hasta el final la vida y obra de Ernesto Sábato. Glosó a Raúl Alfonsín y reseñó la vida italiana en el país pero a mí el libro suyo que más me gusta es aquél en donde se reescribe a si misma y nos cuenta que “Vivir vale la pena”.

3) Si cotejáramos con cuidado su vida pública y su vida privada veríamos que ambas entidades se parecen llamativamente, en especial porque en cada una le tocó luchar permanentemente.

4) Mencionaré algunas otras virtudes. Por ejemplo, que es notablemente laburadora y en esa incesante persecución y generación de nuevos proyectos se nota que no busca la trascendencia: busca la manutención, habida cuenta que en este querido oficio nuestro, la trascendencia va y viene, caprichosa y arbitrariamente.

5) Aprendió a pedir (socorro, auxilio, datos, libros, espíritu ajeno, opiniones) con propiedad, mesura y gracia. Y si no se cansa de hacerlo, es, además, porque a la par da, da y da, elogios, asistencia compañera en buenos y malos momentos y –Chiquita de esto te quería hablar- guisos excelentes. Y esto que acabo de afirmar me consta personalmente.

6) Tiene la enorme virtud de reírse de si misma, ejercicio que practica con mucha frecuencia. Y, en ocasiones, incluso, olvidando apellidos y confundiendo identidades, asume el papelonazgo y lo honra porque en tales circunstancias sus carcajadas son todavía más atronadoras.

7) Suele preguntarse, eso sí, con estilo y con delicadeza: “¿Qué hago yo aquí?”, cuestión crucial si las hay ya que no tiene respuesta certera, y que debe estar preguntándose en este mismo momento.

8) Ella sabe, se lo he dicho en más de una ocasión y aprovecho para decirlo públicamente, que su tesón, su búsqueda, su forma de estar activa, su modo de seguir en la actividad, de decir presente, su manera tan alegre y tan digna de seguir mostrándose y reinventándose, representa para gente como yo (apenas unas horitas menor quela Constenla) la luz de un faro orientador que, espero sinceramente, no me deje de alumbrar.

9)Y lo último, casi una curiosidad personal: ¿ quién le habrá puesto Chiquita a esta grande?.

Felicidades Constenla, disfrutá de este muy merecido premio.

Gracias.

Una cosa más. Me di cuenta que la enumeración llegó a nueve. Amante como somos los periodistas de convenciones tan banales como la de las fechas, aniversarios o números redondos, sugiero que en este caso el 10 sea un casillero para que lo llenen ustedes. O que lo complete Dios.

Carlos Ulanovsky

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