Los medios de comunicación y los periodistas tienen una responsabilidad social, ética y ciudadana en la cobertura de hechos de violencia y criminalidad como los secuestros extorsivos. Como el bien más preciado es la protección de la vida, en este caso la víctima del secuestro, es fundamental que la prensa no priorice una pretendida primicia a la vida de las personas. Y que en ello haya un compromiso tanto de los dueños de los medios, como de sus directivos y periodistas.
A través de este documento base de recomendaciones, el Foro de Periodismo Argentino propone a los diferentes actores vinculados con la temática (funcionarios policiales y judiciales, organizaciones profesionales y periodistas que cubren los hechos) realizar un trabajo de mayor amplitud sobre el tema.
Estas son algunas recomendaciones a tener en cuenta en la cobertura de secuestros extorsivos, sean de personas famosas o desconocidas por el público.
– No revelar ninguna información extraoficial que pudiera poner en riesgo la vida de la persona secuestrada.
– Jamás revelar detalles de la negociación que se lleva adelante por parte de la familia o los investigadores, mientras transcurre el secuestro.
– Evitar hablar de montos de dinero con respecto al rescate exigido o el finalmente abonado dado que eso, además de constituir una información privada, puede ser una potencial tentación para futuros secuestros u otros delitos contra las mismas víctimas. Tampoco se deben revelar datos sobre los movimientos de la familia, su fortuna o cuestiones vinculadas a su vida privada.
– Basarse sólo en información oficial, si es posible a partir de la brindada por fuentes judiciales más que policiales.
– De ninguna manera difundir datos que señalen la posible ubicación de los secuestradores, el secuestrado o el lugar donde pudiera estar en cautiverio durante el transcurso del hecho. En ese momento, tampoco se deben dar informaciones sobre el posible lugar de pago del rescate o el potencial sitio de liberación, antes de que eso haya ocurrido.
– Evitar la realización de guardias periodísticas en la puerta del domicilio de las víctimas, y más aún si eso puede complicar la negociación con los secuestradores, revictimizar a las familias que están padeciendo este flagelo o dar datos que pudieran facilitar futuros delitos contra ellos. En este aspecto, hay que respetar el pedido de familiares e investigadores al respecto.
– No difundir comunicaciones telefónicas o de cualquier índole entre los familiares de las víctimas y los secuestradores durante el proceso de negociación. Y evitar realizarlo después de finalizado el hecho ya que es usual que en esos casos la situación de vulnerabilidad y desesperación que sufren las víctimas de esos delitos puedan mostrar facetas que sólo hacen a un dolor privado, y que no tiene sentido ser difundido. No reviste ningún interés periodístico.
– Respetar las recomendaciones de los investigadores y negociadores que son los que conocen cómo actuar ante estos casos.
– Como en los casos de tomas de rehenes, los medios y los periodistas nunca deben colocarse en el lugar de negociadores, ni tampoco tener contacto con los secuestradores mientras se desarrollan los hechos. Los periodistas y medios deben comprender la potencial gravedad de un desenlace indeseado por esa acción, y que ellos no son los protagonistas de la situación, apenas son testigos de la misma.
– Además, se debe evitar la presencia en los medios de personajes de dudosa idoneidad que se venden como especialistas y que poco conocen del tema.
– Utilizar estas circunstancias para dar un servicio y aconsejar cómo actuar frente a casos de secuestros extorsivos, para lo cual se recomienda consultar a especialistas idóneos.
– Evitar todo tipo de especulaciones que puedan revictimizar a las víctimas, y actuar comprendiendo esa situación. Ponerse en su lugar, brindando un trato respetuoso al tema, respetando su dolor, sus tiempos y sus necesidades de silencio y prudencia. Un punto de rating o un ejemplar más que se pueda vender nunca pueden justificar poner el riesgo una vida.