por Matías Longoni, periodista de Clarín y ganador del Premio FOPEA a la investigación periodística en medios gráficos nacionales 2014
Hacer periodismo de investigación nunca podría resultar muy fácil en un país como la Argentina, donde de por si ni siquiera es fácil hacer periodismo a secas.
Un trabajo de investigación periodística requiere, para empezar, mucho más trabajo y dedicación que una crónica común y corriente. Lleva tiempo. Y tiempo es lo que menos tenemos los periodistas, sobre todo si además de investigar tenemos que ganarnos el salario llenando de noticias cientos de páginas de diarios, horas de radio o cualquier otra plataforma, en un vértigo que no nos permite pausas ni nos da respiro.
A diferencia de los que sucede en otros países, los medios argentinos son poco afectos a armar dentro de sus redacciones equipos de periodistas que se ocupen solo de investigar, y dispongan para ello del tiempo necesario y las herramientas adecuadas. Hay experiencias, claro. Pero son pocas y discontinuas. Así, el periodista de investigación en general debe dedicar tiempo propio para poder progresar en sus pesquisas. El enorme Hugo Alconada Mon, ejemplo para todo el resto, contó alguna vez que cada vez que va a emprender una nueva investigación le pide permiso a su familia, en especial a sus hijos. Es la síntesis perfecta de lo que digo.
Hasta aquí son todas cosas remediables. Pero hacer periodismo de investigación resulta todavía más complicado porque el fruto de ese trabajo podría traernos complicaciones adicionales y bastante ingratas: infames desmetidas o escraches públicos, alguna amenaza o hasta una agresión, demandas millonarias. Tocamos zonas infectadas y sale pus. Así es que hacer investigaciones periodísticas requiere además de altos grados de obsesión y de audacia, que nunca serán bien recompensados.
La verdad, señores, es que hacer periodismo de investigación en un país como la Argentina se ha convertido en una tarea bastante ingrata. La tensión no es bien remunerada; la dedicación nos roba tiempos propios; los riesgos nos acechan; y lo más probable es que suframos una gran desilusión, pues el poder político y económico que investigamos los periodistas ha sabido construirse en los últimos años una enorme e imperforable coraza de impunidad.
Pero, periodistas al fin y al cabo, nos encanta investigar. Y debemos -o no podemos evitar- hacerlo cada vez que la oportunidad se nos presenta. No queda remedio: así de simples son las cosas.
El Premio FOPEA al Periodismo de Investigación de la Argentina para identificar y premiar las mejores investigaciones periodísticas en el país y sus provincias quizás sea el único aliento que recibamos quienes emprendamos este camino. La posibilidad de que nuestro trabajo sea valorado por nuestros pares, sin duda, se sentirá como una caricia.
Serie de notas ganadoras del Premio FOPEA a la Investigación Periodística 2014, en la categoría Prensa gráfica y digital nacional: Caso “arrozgate”.
Serie de 17 notas (julio a septiembre de 2014)
- Más sospechas de corrupción en los negocios con Venezuela
- Un sobreprecio de 200 dólares
- Un joven empresario que vive con lujos y tiene caballos de carrera
- Más sospechas de sobreprecios con una firma vinculada a De Vido
- Dudas sobre US$ 15 millones
- Escándalo en otro negocio de la empresa vinculada a De Vido
- El ministro dijo que los precios los fija PDVSA
- Confirman irregularidades en exportaciones de arroz
- En Venezuela piden investigar sospechosas ventas de arroz (de la corresponsal)
- No hay modo de justificar el precio
- El Gobierno había sido avisado de las sospechosas ventas de arroz a Venezuela
- El misterioso exportador gastó un millón de dólares en caballos de turf
- Con el aval de De Vido, Bioart llegó a Venezuela en el 2008
- Buenos vínculos en los dos lados del mostrador
- Negocios con Venezuela: señalan a un abogado vinculado a Zannini
- Un pequeño pueblo, testigo de los negocios turbios con Venezuela
- Nuevos negocios para una empresa sospechada por sobreprecios