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Violencia en línea: construcción del civismo para combatirla

Violencia en línea: construcción del civismo para combatirla

En el segundo encuentro de nuestro entrenamiento para jueces y abogados sobre violencia en línea contra periodistas abordamos posibles soluciones para mitigar efectos.

¿Cómo hacer para que los remedios contra la violencia en línea que inhibe la libertad de expresión no agraven la intoxicación del debate público? Los especialistas argentinos Ramiro Álvarez Ugarte y Javier Pallero advirtieron que, si bien el sistema judicial debía actuar, las sanciones podían incentivar aún más las agresiones.

“Las soluciones a la violencia en línea deben buscar la construcción del civismo”, propuso Álvarez Ugarte el jueves 15 de agosto, durante la segunda jornada del entrenamiento para jueces y abogados de América Latina organizado por el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), Voces del Sur y la Universidad Austral. Pallero llamó a poner en cuestión el modelo algorítmico de las redes sociales e interrogó:  “¿es acaso la lógica de la recomendación de contenidos que exacerban la indignación la única que puede existir?”.

Con exposiciones de esta naturaleza se reanudó el entrenamiento virtual “El rol del Derecho frente a la violencia en línea contra periodistas”. Además de Álvarez Ugarte y de Pallero, esta segunda sesión incluyó una nueva intervención del académico rosarino Franco Gatti, quien detalló los medios legales existentes para contrarrestar los hostigamientos. 

“La violencia en línea contra periodistas en América Latina tiene que ver con dos problemas sociales estructurales que hay en la región, con diferentes niveles en cada país: el crimen organizado, por un lado, y la polarización política, por el otro”, evaluó Álvarez Ugarte, investigador y vicedirector del Centro de Estudios en Libertad de Expresión y Acceso a la Información (CELE). Y añadió: “el crimen organizado tiene amplia cantidad de recursos a su disposición, y eso le permite amenazar y atacar al periodismo que se ocupa del narcotráfico. La polarización divide el terreno público entre amigos y enemigos. A esto lo hemos visto ser utilizado por partidos inclinados hacia la izquierda en los primeros años de los 2000 y ahora lo vemos en partidos de extrema derecha, pero la estrategia es la misma: dividir la ciudadanía democrática en dos, algo que sirve para ganar elecciones”. 

Álvarez Ugarte observó que los periodistas “son llevados y arrastrados a esa lógica”, y asignados a uno de los dos bandos: “muchas veces medios de comunicación y periodistas ingresan en la polarización por razones de mercado. Cuando estamos en ese escenario, el periodista deja de ser un actor neutral y pasa a ser una figura central: un objetivo del campo enemigo. Se cuestiona al mensajero y ya no se discute el mensaje. Se deshace la idea del debate público robusto que desarrollaba el fallo ‘New York Times versus Sullivan’. Los periodistas ya no son percibidos como independientes y, cuando eso ocurre, se incrementan los riesgos para ellos”. 

Si bien el doctor en Derecho expresó que era “borrosa” la frontera entre la crítica legítima y la estigmatización, y que la violencia en línea era difícil de probar, acotó que esto iba a cambiar. “Pero hay que hacerlo de manera inteligente para no estimular una reacción que refuerce la lógica de polarización. Si yo estuviese en un Ministerio Público Fiscal, buscaría un caso claro donde sea evidente la diferencia entre la legalidad y la ilegalidad para ir más allá del castigo, del Derecho y del periodismo, e ingresar en el debate sobre cómo discutimos entre nosotros”, opinó.

El efecto “agenda setting”

Experto en internet y políticas públicas, y ex director global de Políticas de Access Now, Pallero recordó que al principio las redes sociales organizaban la información de manera cronológica: “nada estaba destacado de una forma particular. A partir de 2009 hay un cambio, que es la aparición de la recomendación algorítmica y de la relevancia. Este criterio opaco y variable es el que comienza a reinar para ordenar la información”. Según su criterio, ese cambio en las redes sirve para explicar el acoso porque hay usuarios que usan las preferencias y gustos para descifrar el algoritmo: “son los usuarios de a pie, que están insertos en discusiones públicas. Y hasta aquí la lógica es la activación emocional. Lo primitivo, lo que genera indignación, asco y enojo, va bien con los algoritmos porque son los mensajes que más enganchan y repercuten. Ahí aparece la lógica de patota o de brigada”.

Pallero dijo que se discutía mucho sobre el efecto de las redes sociales en los comportamientos, pero algo era seguro: la llamada “agenda setting”. “Esto implica empezar a hablar de lo que unos pocos usuarios quieren que hablemos en un ambiente de precarización del debate público donde son predominantes los discursos emocionales de carácter negativo. Muchos usuarios se alejan de ese debate porque sienten que su aporte no servirá de nada. Cuando se percibe la hostilidad, se prefiere no debatir. De este modo se genera un efecto inhibidor de la libertad de expresión”, meditó. Y añadió que algunos países estaban probando ideas para transparentar los criterios algorítmicos que favorecen a la información que activa emocionalmente. “La respuesta punitiva a expresiones violentas en línea es una vía no exenta de ‘backlash’. Se puede hacer más desde el punto de vista cultural, legislativo y educativo”, refirió.

El entrenamiento virtual “El rol del Derecho frente a la violencia en línea contra periodistas” concluye el jueves 22 de agosto a las 17. Está previsto que en la tercera sesión expongan la periodista Sandra Crucianelli, el abogado Ignacio Boulin y Gatti mientras que la abogada y periodista Irene Benito, y Paula Moreno Román, presidenta de FOPEA, clausurarán la capacitación.

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